El-complot-de-Maria-Magdalena, eBOOKS PDF em português

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//-->http://anochecioalamitaddeldia.blogspot.comGERALD MESSADIÉEL COMPLOTDE MARÍAMAGDALENATraducción deManuel Serrat CrespoGrijalbo2http://anochecioalamitaddeldia.blogspot.comTítulo original:L’qffaire Marie-MadeleinePrimera edición en la Argentina: enero de 2005© 2002, Éditions Jean-Claude Lattés© 2004, Random House Mondadori, S.A.Travessera de Gràcia, 47-49. 08021 Barcelona© 2005, Editorial Sudamericana S.A,®Humberto Iº 555, Buenos Aires, Argentina© 2004, Manuel Serrat Crespo, por la traducciónPublicado por Editorial Sudamericana S.A.® bajo el sello Grijalbocon acuerdo de Random House MondadoriQuedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del«Copyright», bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o totalde esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y eltratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler opréstamo públicos.Impreso en la ArgentinaISBN 950-28-0364-7Queda hecho el depósito que previene la ley 11.723Fotocomposición: Fotocomp/4, S.A.www.edsudamericana.com.ar3http://anochecioalamitaddeldia.blogspot.com4http://anochecioalamitaddeldia.blogspot.com1LOS VISITANTES—María está aquí, quiere verte. Marta y Lázaro están con ella —anunció unjoven de aspecto casi etéreo en su túnica de lino trigueño, mientras volvía delextremo del huerto donde recogía aceitunas.Tres siluetas se apresuraban, en efecto, en la parte baja del sendero enpendiente, casi negras bajo el sol aplastante de Koshba.Los olivos se estremecieron con la brisa, como saludando su llegada; unmurmullo plateado.El hombre a quien habían avisado se irguió en la banqueta donde estabahablando, al sol, con un personaje de más edad. Tomó el bastón que tenía allado y se levantó rígidamente sobre sus pies vendados. Dio tres pasos hacia losvisitantes.Los visitantes le reconocieron y apresuraron el paso. Llegó un momento enque casi corrían. La primera en llegar fue María. Le miró, jadeante, conmovida,al borde de las lágrimas. La emoción turbaba su rostro, pálido entre los plieguesde su manto negro. Luego se inclinó y, tomando con precaución la mano delhombre, la besó y la oprimió contra su mejilla.Parecía que llevase una nube consigo, pues se deshizo en lágrimas. Lapalma se ahuecó para adaptarse a la forma de la mejilla. Ella la apretó sobre suslabios. Interrogó al hombre con la mirada y encontró de nuevo aquella mezclaparadójica de distanciamiento y ternura que tan bien conocía.—No deberías haberte levantado —dijo ella—. Ve a sentarte, te lo ruego.Él sonrió. Era lampiño, pero una barba de tres días sembraba de pelosblancos su rostro, en contraste con la irreductible juventud de sus rasgos.—No estaría aquí de no haber sido por ti —dijo.Pero aceptó de todos modos la invitación y retrocedió los mismos pasosque había dado para recibirles. Los otros dos visitantes se acercaron y tomaronla mano del hombre, la besaron y la oprimieron contra su rostro. Él volvió asentarse en la banqueta y los tres se acuclillaron a sus pies. Permanecieron así,en silencio. El joven que les había anunciado entró en la casa. El hombre de másedad permanecía de pie, erguido y delgado pese a su edad, unos cincuentaaños, tal vez más; su rostro ascético estaba enmarcado por una barba todavía5http://anochecioalamitaddeldia.blogspot.com [ Pobierz całość w formacie PDF ]
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